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Respuestas difíciles a preguntas complicadas I


· Sinitaivas 045 - 20/08/02


Me hacía muchas preguntas, tantas preguntas... y me las hacía tan rápido que ni siquiera tenía tiempo para intentar responderlas, simplemente eran un ovillo de preguntas de aquellas de las que las respuestas poco importan, pues el mero hecho de planteárselas ya es suficiente motivo de inquietud...

El cielo era de un azul intensamente claro, salpicado por algunas nubes blancas, sedosas, como lejanas almohadillas de plumas blandas, que se movían lentamente en lo alto de aquel cielo limpio; Notaba como el sol me bañaba la espalda, y un poco el costado, sentía su calor sobre mis hombros, y de vez en cuando, la luz me obligaba a cerrar los ojos, ojos que yo insistía en mantener ligeramente entreabiertos para poder ver, a través del cristal, el interior de aquel café, mientras me tomaba alguno de aquellos refrescos de cola sentado en una de las mesas de la no muy frecuentada terraza en el exterior del mismo...

-¿Y si ella fuese, en verdad, la mujer de mi vida?- me pregunté a mí mismo... y me quedé un largo rato intentando vencer el impulso de responder a aquella pregunta, tratando de llegar a entender primero lo que me había llevado hasta aquel lugar, hasta aquella situación, hasta aquella singular pregunta...

Miraba atentamente a través del cristal de aquel café, y me esforzaba en prestar atención a cada detalle, porque no era fácil ver, a través del nombre del café impreso en el mismo, a aquella hermosa y delicada joven que se tomaba su bebida en el interior, sentada sola a la mesa, nerviosa, mirando insistentemente su reloj, como esperando a alguien que debía haber llegado ya y que, muy a su pesar, se retrasaba demasiado...

Tal vez, lo que ella no sabía, era que su esperado galán, ya hacía tiempo que había llegado, de hecho había llegado antes que ella, ..., pero por alguna extraña o no tan extraña razón, había preferido esperar en otro lugar al convenido, para pasar desapercibido y darse tiempo para replantearse la situación, y no dar ningún paso en falso, ni tomar la decisión equivocada, ..., para hacerse un montón de preguntas sin respuesta, mientras se tomaba uno de esos refrescos de cola sentado en alguna de las mesas del exterior de aquel café...

-¡Es ciertamente hermosa!- dije, mientras notaba un poco avergonzado que, sin querer, lo había hecho en voz alta... -¡Y si realmente es tan maravillosa como me pareció por carta...!- y aquí hice una larga pausa porque tenía miedo de terminar la frase...

-¿Y si fuese la mujer de mi vida?, ¿Y si hubiese estado equivocado hasta ahora?, ¿Qué puedo perder si lo intento?, ¡Ella no tiene por qué enterarse!- y me asusté al pronunciar en voz muy baja esta ultima frase...



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