Sinitaivas: Historias de Otto el Piloto por jEsuSdA.
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Me hacía muchas preguntas, tantas
preguntas... y me las hacía tan rápido que ni siquiera
tenía tiempo para intentar responderlas, simplemente eran un
ovillo de preguntas de aquellas de las que las respuestas poco
importan, pues el mero hecho de planteárselas ya es suficiente
motivo de inquietud...
El cielo era de un azul intensamente claro, salpicado por algunas nubes
blancas, sedosas, como lejanas almohadillas de plumas blandas, que se
movían lentamente en lo alto de aquel cielo limpio; Notaba como
el sol me bañaba la espalda, y un poco el costado, sentía
su calor sobre mis hombros, y de vez en cuando, la luz me obligaba a
cerrar los ojos, ojos que yo insistía en mantener ligeramente
entreabiertos para poder ver, a través del cristal, el interior
de aquel café, mientras me tomaba alguno de aquellos refrescos
de cola sentado en una de las mesas de la no muy frecuentada terraza en
el exterior del mismo...
-¿Y si ella fuese, en verdad, la mujer de mi vida?- me
pregunté a mí mismo... y me quedé un largo rato
intentando vencer el impulso de responder a aquella pregunta, tratando
de llegar a entender primero lo que me había llevado hasta aquel
lugar, hasta aquella situación, hasta aquella singular
pregunta...
Miraba atentamente a través del cristal de aquel café, y
me esforzaba en prestar atención a cada detalle, porque no era
fácil ver, a través del nombre del café impreso en
el mismo, a aquella hermosa y delicada joven que se tomaba su bebida en
el interior, sentada sola a la mesa, nerviosa, mirando insistentemente
su reloj, como esperando a alguien que debía haber llegado ya y
que, muy a su pesar, se retrasaba demasiado...
Tal vez, lo que ella no sabía, era que su esperado galán,
ya hacía tiempo que había llegado, de hecho había
llegado antes que ella, ..., pero por alguna extraña o no tan
extraña razón, había preferido esperar en otro
lugar al convenido, para pasar desapercibido y darse tiempo para
replantearse la situación, y no dar ningún paso en falso,
ni tomar la decisión equivocada, ..., para hacerse un
montón de preguntas sin respuesta, mientras se tomaba uno de
esos refrescos de cola sentado en alguna de las mesas del exterior de
aquel café...
-¡Es ciertamente hermosa!- dije, mientras notaba un poco
avergonzado que, sin querer, lo había hecho en voz alta...
-¡Y si realmente es tan maravillosa como me pareció por
carta...!- y aquí hice una larga pausa porque tenía miedo
de terminar la frase...
-¿Y si fuese la mujer de mi vida?, ¿Y si hubiese estado
equivocado hasta ahora?, ¿Qué puedo perder si lo
intento?, ¡Ella no tiene por qué enterarse!- y me
asusté al pronunciar en voz muy baja esta ultima frase...