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La Recompensa


· Sinitaivas 009 - 11/01/01


A veces me dejo llevar, sí, a veces lo hago y, no sé por qué, me gusta pensar que mi corazón es quien me guía.

Me gusta pensar que, valla donde valla, estaré allí donde deba estar y no en ningún otro sitio...

Si lo piensas un poco, a veces, sucede que nos pasan cosas que cambian el rumbo de nuestro viaje que, de no habernos sucedido en un momento concreto, no habrían significado nada, no las hubiésemos entendido o simplemente no les hubiéramos hecho caso y, ..., quién sabe si ni siquiera hubiesen llegado a suceder...

Si te fijas un poco, la mayoría de las respuestas a las preguntas que tantas vueltas dan en nuestra ansiosa cabeza están siempre ahí, siempre han estado ahí, y ahí estarán hasta que estemos preparados para verlas. Y no se trata de buscarlas, porque no podemos buscar algo de lo que no sabemos su apariencia ni su forma, no podemos buscar algo que no somos capaces de entender..., se trata más bien de moverse y mirar en la dirección apropiada y esperar hasta que estemos preparados para verlo.

En la escuela de pilotos practicábamos mucho antes de poder pilotar un planeador de verdad, y recuerdo que mientras que la mayoría de nosotros, los jóvenes aprendices, pasábamos las horas paseando por los hangares admirando los brillantes y veloces planeadores, conversando con los experimentados pilotos y soñando con llegar a volar lo más pronto posible, algunos pocos dedicaban esas horas a practicar sin prisas las lecciones aprendidas en la escuela. Curiosamente, y no es de extrañar, estos últimos llegaron a ser pilotos antes que la mayoría de nosotros.

Tardé tiempo en descubrir que, por mucho que soñara con poder volar en mi propio planeador, por muchas horas que pasara en los hangares y por muchas historias que escuchara de boca de los pilotos más expertos, nunca llegaría a volar hasta que no estuviese preparado para ello...

En la vida pasa lo mismo y, en nuestros viajes, muchas veces, ansiamos con fuerza hacer o tener algo y nos esforzamos en buscarlo, en pensar qué haremos y cómo seremos cuando tengamos o hagamos aquello que queremos, pero no pensamos siquiera si estamos preparados para tener o ser aquello que queremos.

Ningún premio es merecido sin concurso, ninguna recompensa es valorada sin el esfuerzo necesario para obtenerla, ningún regalo nos hace mejores si no somos merecedores del mismo, ..., y nada en esta vida se nos da si no hemos tropezado con todos los cantos del camino...

Bien pensado, si se nos diese todo cuanto pidiésemos, no seríamos capaces de valorarlo, ni nos haría ilusión tenerlo, ni sería todo lo especial que se merece...

¿No crees? 



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